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Santas "malportadas"

Archivo Mujeres y Géneros

Santas "malportadas"

Publicado el 08/03/2017
Animita. Frontis del Archivo Nacional.
Animita. Frontis del Archivo Nacional.
La exposición visibiliza los casos de seis mujeres asesinadas en ciudades mineras, entre 1935 y 2005. Crímenes que dan cuenta del comercio sexual, la marginalidad y la violencia de género, así como de la posterior resignificación de las víctimas a través de la devoción.

En un atiborrado salón Ricardo Donoso, fue inaugurada la muestra "Las "malportadas": crimen y devoción en el norte de Chile", basada en la investigación de la académica Lilith Kraushaar, y curada por Francisca Marticorena, encargada Archivo Mujeres y Géneros del Archivo Nacional. Una exposición que aborda la vida de seis mujeres dedicadas al comercio sexual en el norte de Chile, cuyas trágicas muertes las transforman en personajes de devoción popular.

"La exhibición da cuenta de esa dualidad que ha concebido la sociedad -y muchas veces nosotras mismas- sobre las mujeres: aquellas que son desaforadamente sexuales y las otras que son santas y semidiosas, quienes conceden favores a las personas que se los piden", reflexionó Emma De Ramón la subdirectora del Archivo Nacional.

Las protagonistas -Las Adrianitas, Botitas Negras, Juanita Guajardo y Leydi Torrealba-, a lo largo de siete décadas, comparten historias que hablan del crimen, la violencia de género y la discriminación que vivieron en Iquique, Antofagasta, Calama y Copiapó. De esta manera, el guión de la exposición se desarrolla en torno a los asesinatos, las escenas del hallazgo, la clasificación y la identificación de sus cuerpos, para proseguir con su resignificación en figuras de un culto mágico-religioso.

Ángel Cabeza, director de la Dibam, comentó durante la ceremonia que: "La exposición nos muestra no solo el dolor sino la resistencia popular al olvido y el silencio". Y, en este contexto, anunció que -en el desafío permanente de la recuperación de la memoria- la institución comenzará a trabajar en la creación de un museo de las mujeres, haciendo eco a un sentir de varias ONGs dedicadas a temas femeninos.

En esta misma línea, del rescate de la memoria, Emma de Ramón señaló que existe una multiplicad de temas en torno a la historia de las mujeres que deben mostrarse a través de la investigación, ya que muchas veces se piensa que esa historia "comienza y termina con el derecho a voto".

Muerte y culto

Fotografías, archivos judiciales, diarios y videos construyen un montaje que plantea un dialogo entre el hallazgo, la identificación y la clasificación de Las Adrianitas, Botitas Negras, Juanita Guajardo y Leydi Torrealba, y su posterior resignificación como figuras de culto.

La selección incorpora discursos y prácticas del pasado y presente, de manera de enseñar las distintas perspectivas que constituyen la producción de estas figuras mágico religiosas, y la dinámica de los cultos en los lugares donde quedan registrados los nuevos y viejos problemas asociados a la migración, discriminación, violencia en estas ciudades.

En ese sentido, la muestra exhibe no sólo la mirada de la policía y la prensa, sino también la que realiza el mundo popular. Los altares dan cuenta de los rituales de quienes solicitan algún intercambio de estas figuras mágicas, un intercambio continuo material e inmaterial reflejado en regalos, rezos y diálogos.

Lilith Kraushaar investigó estos fenómenos de religiosidad popular, entre 2008 y 2012, a través de un trabajo etnográfico y de archivos. En cada una de las ciudades registró en imágenes los altares asociados a las figuras de estas mujeres asesinadas, y los relatos acerca de sus historias de vida y muerte relacionadas al culto y a los milagros que se les atribuyen.

La académica explicó que la motivación del trabajo, en conjunto con el Archivo Mujeres y Géneros, fue develar las intersecciones sociales de lo apreciado como marginal, moral y mágico en las mujeres asesinadas y resignificadas como santas populares.

"Estos registros no vienen a mostrar una escritura de la violencia, en la cual se intenta castigar, acallar y matar aquello que no se puede detener: la pasión de estas mujeres migrantes que se resistieron a ser controladas. Precisamente en esta escritura se devela la obligatoriedad de contemplar aquellos que no queremos ver, el horror, la caída, el caos en que estos crímenes fueron realizados", concluyó Lilith Kraushaar.